sábado, 6 de marzo de 2010

¡Qué guau!


Hola, soy el perro pituco!

Yo nací en el corazón del Perú, en la tercera choza a la derecha del rico Cuzco. Mis papás practicaban la agricultura de subsistencia desde que tengo uso de razón. Todo lo que sembraban lo comíamos o lo cambiábamos con los vecinos por huesos, agua o juguetes, pero siempre teníamos. Nunca nos faltó nada.

Hasta que un día vinieron los caninos Madeinusa y nos trajeron una tele con cable que cambió las cosas en mi barrio de una manera considerable. Sólo veíamos el canal de las noticias, se llamaba Globalguau y pasaban reportajes chéveres de perros en el mundo. Pero eran perros diferentes. Los perros del norte (hablamos a escala mundial) no vivían en chozas ni se morían de la rabia. Tampoco tenían pulgas y hasta olían bien. Comían una dieta balanceada y nada de huesos y sobras humanas. Tenían un mejor nivel de vida.

Por eso mis padres, y los padres de mis amigos también, aumentaron la producción y la productividad de nuestras tierras, para intercambiar las cosechas por un pasaje a uno de esos sitios de la tele. El azar dio: Barcelona.

¡Barcelona! La ciudad de los cavas, de los gays, del catalán y del triplete.¡Ahí llegué yo! Las chozas estaban unas encima de otras, como si alguien hubiese jugado al tetris con nuestras chozas y las hubiesen ubicado de manera inteligente.

Al principio la gente me miraba raro porque mis pelos son negros y porque hacía más ruido cuando caminaba con mis patas maltratadas de tanto andar en la tierra del Cuzco. Felizmente, el hecho de ser diferente no me excluyó, sino que atrajo a los demás perros de la zona. Hice un montón de amigos y quedábamos por las tardes para jugar a la pelota. Y no solo jugábamos, también conversábamos y les contaba la vida en el campo. Les fascinaba saber que allí coleccionábamos huesitos y que jugábamos a cosas poco higiénicas pero divertidas.

¡Y me volví pituco! Eso de que los otros perros envidiaran mi cultura me hizo sentirme bien ¡Y me volví pituco, creído, pijo! Y la foto lo demuestra: Si aún viviese en mi choza cuzqueña jamás me hubiese puesto un chuyo ¡Y menos uno tan pintoresco! En cambio en Barcelona esos chuyos le dan a uno un toque más multicultural e interesante. Hasta les resulto más atractivo a las perritas galgas de pelito blanco.

Y esa es mi historia. Otro día les cuento lo que pasó cuando empezaron a venir más gente de mi barrio aquí a Barcelona.


Guau!





KRN

7 comentarios:

  1. Te voy a despertar cada dia a las 4 para k te pongas a escribir! Que lo sepas! XD

    Me ha gustado muuucho la historia del perrito pituco! (aunque espero que con el tiempo deje de ser pituco... XD)
    Para cuando el próximo capítulo? =D

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  2. Guauuu...coff coff, digo, wowwww, eso u_u xD. Me gustó esta entrada, tiene frases resaltante, una que me gustó fue la del tetris. Y sí, siempre he dicho que acá no están preparados para vestir chuyo, una vez me puse uno y me miraban raro (mientras comía chifa en medio de plaza vea xD!).

    Saludos.

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  3. Oligopolio, me da risa "leerte" decir pituco a ti xDDDD. Malegro de que te haya gustado!

    Pollito, es normal que llames la atención. Los pollos no se sientan en plaza a vea a comer chifa ¬¬. No mentira! xDD Bromas aparte, es una pena que las cosas sean así. Juro ponerme un chuyio en plaza vea cuando vuelva a Trujillo, pero eso sí, quiero chifa! =)


    Salut

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  4. Que linda historia, y mas aun lindo el perrito, espero que sea tuyo, y que desde luego lo cuides mucho...

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  5. Sebastian, el perro no es mío pero gracias! =)

    Salut!

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  6. ese perro... osea, anda cómprate una moto, y arrrrancaaa!

    (xD)

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